martes, 17 de febrero de 2009

Pobre de Mí, una terminada

Buenas, soy una de las paredes del aulario que da al pasillo de la planta baja, a tu izquierda. No soy una pared importante, ya que cuando me construyeron utilizaron una especie de cartón piedra forrado de una tela o plástico que hace que no me queme, y me cubrieron de un bonito color amarillo verdaceo. En un principio iba a estar aquí dos meses, y llevo ya 50 años, con mi mismo color, aunque ahora ya no es bonito ni gracioso y ya no me queda bien; además, me caigo. Los críos, cuando pasan por mi lado y me ven, oigo cómo dicen a sus profesores:
- Don Antonio, esa pared, mírela por gusto. Está que se le caen los trozos de pintura y yeso, o lo que sea eso y parece que va a caer, tiene grietas, y nadie quiere sentarse junto a ella. Da miedo.
Ya veis, doy miedo. Tengo dos caras, una da al pasillo y otra a un aula donde ocurre lo dicho anteriormente. Lo bonito que sería estar de un color amarillo huevo, porque da calor; o verde turquesa, porque da sensación de bienestar a los chicos; o morada, que parece más moderno y seguro que me queda muy bien; o, ya que estamos, me cambiaría por una de esas paredes de invernadero tan guays, transparentes.
A una amiga mía la han traído al aula donde estoy yo para hacer una práctica, es Fofi, una colchoneta del gimnasio, gordota y forrada de verde oscuro. Quiere hablar conmigo:
- Tendrías que ver dónde vivo. Ayer una cría se rompió el pie por culpa de que faltaba un trocito de parqué, estaba trotando, metió el pie en el agujero y se le lo rompió. Y me han dicho las paredes de los vestuarios que el chapado que las cubre está cayendo. Y mírame a mí, toda mi vestimenta rota. Todos estamos igual, o peor. Y el potro o el plinton igual, con sus vestimentas rotas y ahí, aguantando, estamos ya muy cansados, lo fácil que sería poner potros, plintons y colchonetas nuevas. Pero no, no lo hacen…
- Tranquila, te queda aún tiempo aquí, como a mí. ¡Au!
- ¿Qué, qué pasa?
- Nada, que unos críos jugando, se empujan y caen sobre mí. ¡Au! ¡Au! Chicos, parad. Parad, ¿no veis que no aguanto? Parad, parad- no me oyen.
“Crack”, me rompo y caigo al suelo. Junto a mí, caen las demás paredes, y sobre nosotras, la planta superior aplastando a todos los alumnos u alumnas, a los profesores, a Fofi. Me duele, no veo nada, no oigo nada. Sólo puedo decir adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 

Las tropecientas historias de una Abejita © 2008. Chaotic Soul :: Converted by Randomness