domingo, 4 de enero de 2009

Gestión hotelera de un Ángel, capítulo I

Corriendo, siempre estaba corriendo. Siempre llegaba tarde daba igual donde fuese, a la panadería, al trabajo, a clase a por sus hijos, al médico… siempre llegaba tarde y siempre corría. En cambio esa noche no, esa noche se quedó parada no tenía ganas de correr ni de salir huyendo, ni siquiera tenía ganas de llorar, pensó que todo acabaría y que ahora sólo tenía que dormir para estar al día siguiente en buenas condiciones para ir a trabajar. Era la dueña y señora de una cadena de restaurantes y hoteles, pero nunca tenía tiempo para nada. Sólo trabajo, trabajo y más trabajo. Pero aquella noche lo único que tenía era tiempo y no sabía qué hacer con él. Su marido había dejado a los niños durmiendo y cuando ella llegó a casa sólo estaba Cristina, la chica de la limpieza que limpiaba su suite, Héctor le había dicho que la esperase para que los niños no estuviesen solos. Se había ido, no aguantaba más y se fue dejando una nota en la que ponía que él iría por los niños a clase y que no se preocupase que seguramente todo saldría bien. Cuando leyó la nota se desplomó en el sofá al lado de Cristina, Cristina no era sólo la chica de la limpieza, era su amiga, su confidente, su canguro a veces, era más que una amiga. Como no tenía fuerzas ni para llorar y Cristina la acompañó a su habitación, la ayudó a desvestirse, prácticamente la metió en la cama, la arropó y antes de salir del hotel fue a darles un beso a los niños.
A la mañana siguiente fue Cristina quien abrió las cortinas de la habitación de Ángel, también había sido ella la que había subido el desayuno, la que había despertado a los niños y la que ahora la estaba mirando con carita de pena.
-Buenos días ángel mío- dijo Ángel al despertar con la luz del sol en sus ojos.
- Buenos días nena, ¿has podido dormir?No recordaba cuánto tiempo hacía que la llama nena, pero le gustaba, le hacía gracia. Era su nena.

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