domingo, 4 de enero de 2009

Cuento de niños, capítulo I

Nunca hubiera imaginado, ni en sus mejores sueños, que todo aquello estuviese ante sus narices y nunca lo hubiera visto hasta esa noche.Llovía pero apenas se notaba. Era una lluvia incesante pero de ese tipo de lluvia que ni siquiera la oyes caer.Lo vio desde la ventana. Su habitación daba al patio de atrás de la casa y desde la ventana se podía ver TODO el bosque y el sendero que conducía al lago donde ella dejaba en semi-libertad a sus tortugas en verano. Desde la ventana era imposible ver el lago, igual que era imposible ver el reflejo redondo de la luna en él, pero ella sabía que estaba allí, justo en el centro del bosque ahora oscuro x lo tarde que era.Vio un ser diminuto y brillante recogiendo flores en su pequeño jardín, y no era cualquier flor, eran sus claveles azules, esos tan difíciles de conseguir y que ella misma había plantado.

Bajó muy despacio las escaleras para que sus padres y su hermana no la oyesen. Su padre no tardaría en despertarse para ir a trabajar así que debía darse prisa si no quería ser descubierta a altas horas de la madrugada fuera de la cama. Cruzó el salón, la cocina y abrió la puerta que daba al jardín de atrás, lo malo no era el ruido de la puerta de la cocina abriéndose, lo malo iba a ser el chirriar de la mosquitera cuando la abriese para salir al jardín, no quería asustar al ser que recogía flores ni mucho menos despertar a sus padres. Sabía un truco que le copió a la hermana el año anterior, sólo tenía que levantar un poco la mosquitera y abrirla rápidamente, sin pensarlo dos veces. Así lo hizo, le alegró descubrir que el truquito de su hermana todavía era eficaz. Salió al patio de puntillas para no importunar aquel ser diminuto que aún seguía sumergido entre sus flores.

Cuando llegó a los claveles azules se quedó boquiabierta, no se esperaba ver lo que vio. Era una linda mujercita pero no llegaba a medir un palmo, brillaba en la oscuridad y todas sus facciones eran claramente visibles. Se sentó en el suelo mojado muy despacio y dejó caer el agua sobre ella sin dejar de observar a la mujercita que recogía claveles delante de ella sin darse cuenta de que una niñita de 5 años la observaba perpleja.

No pasó un minuto hasta que el ser se giró y se percató de la presencia de la niña, ahí sentada, sin hacer movimiento alguno y mirándola fijamente a sus diminutos ojos.

1 comentario:

  1. Alba, corason acaba las historias, que la primera engancha y la de cuento de niños tambien!, y si me qejo me qejo como tu dices jajajaja, bueno eso, lo de la plantita se lo igo a tu mare mañana okis? Muacs Alba, sigue así campeona! (campeona lo dice mi profe :$)



    Guadalupe.

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